Herramientas para Educar
Educar es una de las tareas más difíciles a las que nos enfrentamos padres y madres. Un reto que nos pone a prueba día a día. Es por eso, que son muchos progenitores que vienen a Reina Psicólogos pidiéndonos pautas, herramientas y estrategias para mejorar sus habilidades parentales.
No existen fórmulas ni recétas mágicas, cada niño/a es único. No obstante a través de este escrito, queremos dar un repaso a algunos de los errores más frecuentes que podemos cometer como papás y mamás. Así, despues daremos una serie de recomendaciones para mejorar nuestras habilidades para educar afectiva y efectivamente.
Tanto si nuestros hijos están en etapa infantil o bien en la adolescencia, nunca es tarde para incorporar nuevas ténicas educativas.
Los 10 errores más frecuentes que cometemos con nuestros hijos/as
A continuación vamos a repasar algunos de los errores más frecuentes. Es normal que todos y todas hayamos podido cometer alguno de ellos. Lo importante es empezar a identificarlos para después poder cambiarlos.
- Permisividad:Los niños y niñas necesitan referentes y límites para crecer seguros y felices. El niño, cuando nace, no tiene conciencia de lo que es bueno ni de lo que es malo. No sabe si se puede pintar en las paredes o no. Los adultos somos los que hemos de decirle lo que está bien o lo que está mal.
- Ceder después de decir NO: El no es innegociable. Nunca se puede negociar el no. Cuando decimos No a nuestro hijo/a, hay que pensarlo bien, porque una vez dicho no hay marcha atrás. Si le hemos dicho que hoy no verá la televisión, porque ayer estuvo más tiempo del que debía y no hizo los deberes, el niño/a no puede ver la televisión aunque lo pida de rodillas y por favor. , con cara suplicante, llena de pena, otra oportunidad.
- Autoritarismo: Es el otro extremo del mismo palo que la permisividad. Es intentar que el niño/a haga todo lo que el padre quiere anulándole su personalidad. El autoritarismo sólo persigue la obediencia por la obediencia. Es tan negativo para la educación como la permisividad.
- Falta de Coherencia: Las reacciones del papá y de la mamá han de ir dentro de una misma línea ante los mismos hechos. Nuestro estado de ánimo ha de influir lo menos posible en la importancia que se da a los hechos. Si hoy está mal rayar en la pared, mañana, también. Igualmente es fundamental la coherencia entre el padre y la madre.
- Perder los estribos: A veces es difícil no perderlos. Perder los estribos conlleva una humillación y un deterioro de la autoestima para el/la niño/a. Además, los niños y niñas se acostumbra a los gritos a los que cada vez hace menos caso.
- Gritar lleva un gran peligro: Cuando los gritos no dan resultado, la ira del adulto puede pasar fácilmente al insulto, la humillación e incluso los malos tratos psíquicos y físicos, lo cual es muy grave. Nunca debemos llegar a este extremo. Si nos sentimos desbordados, debemos pedir ayuda.
- No Cumplir promesas o Amenazas: Los niños y niñas aprende muy pronto que cuanto más promete o amenaza un padre/madre menos cumple lo que dicen. Cada promesa o amenaza no cumplida es un giro en la autoridad que se queda por el camino. Las promesas y amenazas deber ser realistas, fáciles de aplicar. Un día sin tele o sin salir, es posible. Un mes es imposible.
- No negociar: No negociar implica rigidez e inflexibilidad. Supone autoritarismo y abuso de poder, y por lo tanto incomunicación. Un camino ideal para que en la adolescencia se rompan las relaciones entre los padres y los hijos.
- No Escuchar: Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el problema es que ellos no escuchan a sus hijos e hijas.
- Exigir cambios inmediatos: Con frecuencia, los padres tienen poca paciencia con sus hijos. No podemos olvidar que todo requiere un periodo de aprendizaje con sus correspondientes errores, esto es educar.
Algunos Trucos
Una vez que sabemos que comportamientos evitar, algunos consejos y «trucos» sencillos pueden reducir el problema. Así estaremos ofreciendo un desarrollo equilibrado a nuestros hijos e hijas.
- Tener unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos. Estos objetivos al principio tiene que ser pocos, formulados y compartidos por la pareja. Deben ser comentados y revisados con el tiempo si vemos que pierden eficacia.
- Enseñar con claridad cosas concretas. Al niño no le vale decir «sé bueno», «pórtate bien» o «come bien». Estas instrucciones generales no le dicen nada. Lo que sí le vale es darle con cariño instrucciones concretas de cómo se coge el tenedor o el cuchillo.
- Dar tiempo de aprendizaje. Una vez hemos dado las instrucciones concretas y claras, las primeras veces que las pone en práctica, necesita atención y apoyo mediante ayudas verbales y físicas, si es necesario. Son cosas nuevas y requiere un tiempo y una práctica guiada.
- Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar: Resaltando lo que hace bien y pasando por alto lo que hace mal. A los niños y niñas, como a los adultos, les encanta tener éxito y que se lo reconozcan.
- Dar ejemplo para tener fuerza moral y prestigio. Sin coherencia entre las palabras y los hechos, jamás conseguiremos nada de los hijos. Antes, al contrario, les confundiremos y les defraudaremos. Un padre no puede pedir a su hijo que haga la cama si él no la hace nunca.
- Confiar en nuestros hijos. La confianza es una de las palabras clave. La autoridad positiva supone que el niño tenga confianza en los padres. Es muy difícil que esto ocurra si el padre no da ejemplo de confianza en el hijo.
- Actuar y huir de los discursos. Una vez que el niño tiene claro cual ha de ser su actuación, es contraproducente invertir el tiempo en discursos para convencerlo. Los sermones no tienen efectividad. Una vez que el niño ya sabe qué ha de hacer, y no lo hace, actúe consecuentemente.
- Reconocer los errores propios. Nadie es perfecto, los padres tampoco. El reconocimiento de un error por parte de los padres da seguridad y tranquilidad al niño/a y le anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar, porque los errores no son fracasos, sino equivocaciones que nos dicen lo que debemos evitar. Los errores enseñan cuando hay espíritu de superación en la familia.
Todas estas recomendaciones pueden ser muy válidas, pero necesitan dos factores implrescindibles para educar: el amor y sentido común.
Si necesitas ayuda y necesitas mejorar tus técnicas para educar con mayor efectividad, contacta con nosotros, llamándonos al 971 774 802 o enviando un mail a info@reinapsicologos.com. Estaremos encantados de poder resolver todas tus dudas.